¿Cómo está afectando la situación de Covid-19 a nuestra salud mental?
Actualmente llevamos un año de cambios, restricciones, prohibiciones, y un largo etcétera de temores y normas que hemos tenido que asumir de la noche a la mañana. Uno de los miedos principales que se nos transmite a través de los medios de comunicación son las consecuencias negativas para la salud física que podemos que padecer si lo contraemos. Aún así, se da poca visibilidad de los estragos que el Covid-19 está afectando en nuestra salud mental, así que en este artículo queremos dar voz a la necesidad de cuidar y tomar conciencia de nuestra salud mental.
Una pandemia como la que estamos viviendo implica distanciamiento social, cuarentena, cambios en la rutina laboral, imposibilidad de ver a nuestros más allegados, etc. y cada persona puede reaccionar distintamente ante diversas situaciones, por lo que es normal experimentar, ansiedad, preocupación, miedo, incertidumbre, etc. A continuación se plantearan varias situaciones en las que se puede sentir identificado (Ribot C, Chang N, González, 2020):
- Incertidumbre o frustración por desconocer la duración de esta situación.
- Preocupación por el propio estado de salud, el de familiares, amigos y conocidos.
- Sensación de ser observado por otras personas ante comportamientos o presentar síntomas y signos de haber contraído el virus.
- Problemas económicos a causa de ERTES en su empleo o el de familiares y las repercusiones que eso conlleva.
- Necesidad de prever el abastecimiento de alimentos, medicamentos, cuidados médicos u otros bienes necesarios.
- Sentimientos de soledad asociada con el sentimiento de “haber sido excluido del mundo” o bien de haber estado mucho tiempo alejado de sus seres queridos.
- Malestar o la rabia ante la posibilidad de ser contagiado por la negligencia de “otros”.
- El aburrimiento y frustración por no estar conectado a la rutina habitual de la vida.
- Deseo persistente de beber alcohol o consumir sustancias de abuso para afrontar esta situación.
- Desesperanza, fatiga, cambios en el apetito o alteraciones del sueño, etc.
Algunos de ellos los hemos podido experimentar en algún momento, pero si estos perduran en el tiempo limitando nuestras rutinas diarias, es cuando conviene pedir ayuda psicológica.